¿Qué significa "Cristo Rey"?


    Este domingo se celebra la fiesta de Cristo Rey, así que os comparto un artículo muy interesante que me ha llegado  estos días por mail. Lamentablemente no he conseguido encontrar al autor para reconocerle su mérito, pero os dejo aquí su reflexión, para que nos haga pensar un momento sobre lo que estamos a punto de celebrar....



 C R I S T O  R E Y  

    Esta fiesta de Cristo Rey cierra el ciclo del año litúrgico y a la vez se proyecta hasta el fin de la historia, puesto que Cristo tiene que reinar, hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies; y el último será la muerte. Así Dios será todo en todos (1 Cor 15,24-28).

    Pero ¿es adecuado el título de REY para celebrar la centralidad de Cristo en el proyecto creador de Dios? Más bien parece ambiguo por varias razones. No se puede entender el reinado de Cristo a partir de la analogía con las monarquías terrenas, ya sean las absolutas antiguas o las constitucionales modernas. Además Jesús siempre rechazó  durante su vida terrena el título de Rey o Hijo y heredero de la realeza de David, según las expectativas mesiánicas del pueblo judío. Esta ambigüedad por tanto exige profundizar en una verdad esencial de nuestra Fe y en su papel dentro de las relaciones de la Iglesia con el mundo. Para ello nos ayuda el evangelio de este día (Jn 18,33-37), que se resuelve en tres preguntas de Pilatos con sendas respuestas de Cristo.

      1ª pregunta: ¿Eres tú el rey de los judíos? El reino de Israel se remonta a los tiempos del juez Samuel, cuando el pueblo le pidió el nombramiento de un rey, para que Israel fuera como los demás pueblos de la tierra (1 Sm 8). Una pretensión de igualdad que merece la más severa crítica por parte de Samuel. Desde entonces el segundo rey de Israel, David, quedó en la conciencia nacional del pueblo como el prototipo del Mesías/rey, restaurador de la monarquía hebrea en todo su esplendor, y de hecho, Jesucrito nace de la estirpe de David. Pero a la sazón, Israel se reducía a una colonia periférica del Imperio Romano, y a Poncio Pilatos como gobernador de Judea, le interesa solamente el posible delito de insurrección de un judío contra la soberana autoridad del César Tiberio. Se mueve por tanto en el ámbito del poder político y temporal. Y quiere saber si el mesianismo de Jesús es de ese estilo.      
         La respuesta de Jesús: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Jesús sospecha que Pilatos no actúa por propia convicción, sino bajo una acusación falsa del Sanedrín; y quiere que el pretor razone su postura bajo su responsabilidad de juez.   
     
       2ª pregunta: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?  Pilatos se evade con la disculpa de no ser judío de raza, a quien no le afecta personalmente el problema. Destaca sin embargo a los promotores de la maquinación para eliminar a Jesús; son los sumos sacerdotes, representantes cualificados de la institución religiosa judía. Ellos arrastran al pueblo, tu gente. Jesús apelaba con frecuencia a sus obras como credenciales de su misión mesiánica. A Pilatos sin embargo esas obras le interesan solamente en cuanto pueden suponer una amenaza para el poder que él representa. Por eso le pregunta: ¿Qué has hecho? Busca hechos concretos, que puedan fundar el cargo de sedición.         
         La respuesta de Jesús desarrolla el verdadero concepto de su realeza: Mi reino no es de este mundo. Presupone que está investido de algún tipo de realeza, pero descarta de entrada su pertenencia a este mundo. “Mundo” con sentido peyorativo expresa un orden socio-religioso estructurado sobre ideologías enemigas de Dios y prácticas opresoras del hombre. Sus instrumentos son los de la coacción a veces con la legislación injusta y a veces con la violencia física. Jesús rechaza este sistema para el ejercicio de su realeza. Él no viene a derrocar imperios terrenos, sino a ofrecer una alternativa de sociedad y de gobierno. Y lo prueba por haber desechando el uso de la fuerza en su arresto: Mi guardia habría luchado para que no caer en manos de los judíos.   

      3ª pregunta: Conque ¿tú eres rey? Pilatos omite ahora la determinación de los judíos. Le pica la curiosidad de conocer la naturaleza de esa extraña realeza sin súbditos aparentes y sin el uso de la fuerza.       
        La respuesta de Jesús va a explicárselo: Yo he nacido y venido a este mundo para ser testigo de la verdad. ¿De qué verdad? En este caso se trata de la realidad del reinado de Dios nacido de su amor leal para con la humanidad, y revelado en la historia por medio de Jesús, el Mesías (Jn 1,17). Ese amor es por tanto la verdad de Dios, pero también la verdad del hombre. Bajo el símbolo de la luz, viniendo al mundo en Jesucristo, ilumina a todo hombre comunicándole la vida (1,4s.9).


     Su nacimiento y su venida sólo tienen una razón de ser: la misión de dar testimonio fehaciente de esta verdad con su persona (su propia experiencia del amor de Dios), sus obras (acciones concretas de liberación de los hombre) y con sus palabras (denuncia de las opresiones injustas). Jesús dio la expresión suprema de este testimonio en la cruz. Como una hiriente paradoja, fue condenado a muerte precisamente por hacerse rey de los judíos. El amor sin límites le convirtió en Señor de todos los hombres. En eso consiste su realeza. Un testimonio pacífico que se opone a los sistemas de poder de los reinos terrenos.

    La conclusión es clara: Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz. Pertenecer a la verdad se opone a pertenecer al mundo, este régimen injusto. Excluye por tanto profesar sus principios y hacerse cómplice de su injusticia. Este es el requisito indispensable para escuchar la voz de Jesús.

    La Iglesia es la congregación de los que participan de la realeza de Jesús, es decir pertenecen a la verdad y dan testimonio de ella. Esta es su grandeza, pero también su tentación: la de convertirse en un estado imitando a los imperios terrenos en sus estructuras de poder.  


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