Hemos estado bastante liados últimamente, pero no podíamos dejar pasar este mes de María sin compartir esta estupenda catequesis del Santo Padre dedicada especialmente a san José y a la Virgen, uniendo así la celebración de san José obrero, con el comienzo del mes dedicado a María, y con Jesús como centro común de ambos. Una preciosa reflexión que nos invita una vez más a tomarles a ellos como ejemplo, y desde la oración conjunta, hacer aún más sólida la vida familiar y la amistad.


   Os dejamos el texto a continuación:



   Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

   Hoy, primero de mayo, celebramos a san José obrero y comenzamos el mes dedicado tradicionalmente a la Virgen. En este encuentro, quisiera detenerme entonces sobre estas dos figuras tan importantes en la vida de Jesús, de la Iglesia y en nuestra vida, con dos breves pensamientos: el primero sobre el trabajo y el segundo sobre la contemplación de Jesús.

   1. En el Evangelio de san Mateo, en uno de los momentos en que Jesús vuelve a su país, a Nazaret, y habla en la sinagoga, se subraya el asombro de sus paisanos por su sabiduría y la pregunta que se plantean: «¿No es este el hijo del carpintero?» (13,55). Jesús entra en nuestra historia, viene en medio de nosotros, naciendo de María por obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre legal que lo custodia y le enseña también su trabajo. Jesús nace y vive en una familia, en la Sagrada Familia, aprendiendo de san José el oficio de carpintero, en el taller de Nazaret, compartiendo con él el empeño, la fatiga, la satisfacción y también las dificultades de cada día.

Mensaje de Pascua del Papa Francisco





   Este es el estupendo Mensaje de Pascua, que nuestro Papa Francisco nos dejó a todos nosotros después de la Santa Misa del día de Pascua de Resurrección. Desde el balcón central de la basílica vaticana, con la plaza de San Pedro engalanada como un jardín de flores, el Santo Padre nos envía estas palabras:




Domingo de Resurrección 2013



"Entonces entró también el otro discípulo que vino primero; vio y creyó" 
(Juan 20, 8)


PASCUA DE RESURRECCIÓN

   La Iglesia convoca a todos sus fieles para que en la celebración de la palabra y de los santos misterios revivan (o vivan por primera vez) el paso pascual del Espíritu Santo que los incorpora a Cristo muerto y resucitado. Es nuestra propia historia de salvación, como lo expresa la oración de después de la comunión: “Derrama, Señor, sobre nosotros tu Espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en un mismo sacramento pascual”.


¡Aleluya! Cristo, el Señor, ha resucitado ¡Aleluya! 
(Juan 20, 1-9)


EL SENTIDO DE LA VIGILIA PASCUAL


   La abundancia de la Palabra de Dios en la Vigilia permite hacer un recorrido completo por la historia de la salvación. Todo se inicia con la Creación, acto gratuito y sorprende de Dios, que deja la impronta de bondad del Hacedor en todo lo creado (la luz y la vida). Dios mantiene Su Palabra por medio de personajes emblemáticos, como Abraham, y termina por darle la figura de un pacto, de una Alianza, tras la maravillosa experiencia de la salida de Egipto de Israel en el éxodo. Dios se compromete a hablar y orientar al pueblo elegido y éste promete oír su voz y seguir las palabras de la Ley.

Viernes Santo 2013. La Gloria del Crucificado




"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu"
(Lucas 23, 46)




LA CRUZ, NUESTRA MAS ALTA GLORIA 

   Para la Iglesia católica cada hecho de Cristo es objeto de gloria. Pero el objeto de más alta gloria es la cruz. Así lo reconoce Pablo cuando dice: "lejos de mí el gloriarme si no es en la cruz de Cristo" (Gál 6, 14).

   Fue algo maravilloso el que un ciego de nacimiento recobrase la vista en la piscina de Siloé. Sin embargo, ¿qué supone un ciego contra los ciegos de todo el mundo? Algo grande, sobrenatural fue el que Lázaro, que llevaba cuatro días muerto, resucitase de entre los muertos. Sin embargo, sólo en él se manifestó la gracia. Pero, ¿qué supone un Lázaro frente a aquellos que mueren por causa de sus pecados sobre la tierra? Fue un milagro el que cinco panes alcanzasen para alimentar a cinco mil hombres. Sin embargo, ¿qué son cinco mil hombres frente a aquellos que sufren hambre en toda la tierra, porque viven en la ignorancia? Fue maravillosa la liberación de la mujer que estaba encadenada por Satanás desde hacía dieciocho años. Pero, ¿qué supone una mujer frente a todos nosotros que estamos atados por las cadenas de nuestros pecados? La corona victoriosa de la cruz ha traído luz a los ciegos espirituales, ha liberado a todos los que yacen bajo el pecado y salvado a toda la humanidad.



 "Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, también vosotros lo hagáis"
(Juan 13, 15)



   Según el cuarto evangelio, toda la vida de Jesús, ya desde sus inicios, se encamina a su “hora”. La hora de Jesús es el momento fijado por el Padre para el cumplimiento de la obra de salvación. En el fragmento del evangelio que se ha proclamado aparece este término: “sabiendo Jesús que había llegado la hora”. El evangelista resume con dos palabras fundamentales lo esencial de esta hora: es la hora del paso y es la hora del amor hasta el extremo, hasta más no poder. Con gran solemnidad, el evangelista afirma que Jesús vuelve a Dios, de dónde había venido. Este es el paso decisivo de toda vida humana. Pero el único modo de dar este paso es por medio del amor. La hora del paso y la hora del amor se explican recíprocamente. El amor, al hacernos salir de nuestras barreras, permite el encuentro con Dios y con los hermanos.

Las 10 reflexiones de Bergoglio




   Aquí os dejamos 10 pensamientos del Papa Francisco, cuando todavía era conocido simplemente como Jorge Bergoglio. Aquí se ve cómo la claridad y la agudeza en los ejemplos destacaba ya en la predicación del nuevo Papa, y cómo sus argumentos en defensa de la doctrina destilan esa sabiduría y cercanía al pueblo tan especial.


  1. Aborto y defensa de la vida 

       "Es preciso poner la cara para defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural". "Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo"

       "Sin estas tres actitudes, ternura, esperanza y paciencia, no se puede respetar la vida y el crecimiento del niño que está por nacer. La ternura nos compromete, la esperanza nos lanza hacia el futuro, la paciencia acompaña a nuestra espera en el cansino pasar de los días (...) Cuando estas actitudes no están, entonces el niño pasa a ser un 'objeto' alejado de su padre y de su madre, y muchas veces 'algo' que molesta, alguien intruso en la vida de los adultos, para quienes pretenden vivir tranquilos, replegados sobre sí mismos en un egoísmo paralizante"


  2. La familia y el papel de los ancianos

       "Cuando un pueblo se olvida de cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, es un pueblo triste. Cuando en una familia se olvidan de acariciar al anciano, ya anida la tristeza en su corazón"
      
       "Lo que sembrás vos con tu ejemplo, es lo que vas a cosechar de tus hijos. Cuidá a los viejos, cuidá la vida de los viejos porque eso es ser familia. Y no entrés en la moda de que a los viejos se los guarda y se los desprecia. Cuidá a los chicos. Enseñáles a crecer bien para que sean retoños llenos de vida , que den flor y fruto en la vida."
       

Domingo de Ramos


“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”
(Lc 23, 42)

DOMINGO  DE  RAMOS  EN  LA  PASIÓN  DEL  SEÑOR

   El título de este domingo resume con dos palabras el mensaje de su celebración: RAMOS y PASIÓN, la entrada de Jesús en Jerusalén sobre un borrico y su salida en la cruz. Parecen mensajes opuestos, pero tienen un común denominador y son complementarios. Ambos expresan con símbolos distintos la configuración que adquiere en este mundo la realeza, el mesianismo y hasta la divinidad de Jesús; y la humilde sencillez y el amor hasta la muerte.


   I. Los hechos.

   El texto de hoy empieza determinando el marco temporal y geográfico. Jesús con sus discípulos está a punto de terminar su largo viaje desde Galilea. Con un término sugerente, él lo llama subida (Lc 18,31; 19,28). Se encuentra ya a tres kilómetros de la capital, en Betania, donde Jesús establece su residencia los últimos días de su vida (Mc 11,11; Jn 11,1; 12,1); junto al monte de los Olivos, que se convertirá los próximos días en el lugar preferido para su oración nocturna (Lc 21,37s). Jerusalén se prepara para la Pascua, la gran fiesta nacional de los hebreos. Ello provoca una abundante afluencia de toda clase de gente en la ciudad; caravanas de peregrinos judíos para cumplir la ley de Moisés (Dt 16,16); ganaderos que venden las víctimas para los sacrificios del templo, y, dato importante, el refuerzo de las tropas romanas para asegurar el orden público y evitar un posible pronunciamiento nacionalista.


Pascua Joven en Buen Suceso


Y si aún no tienes plan para Semana Santa..... ¡¡ánimate a vivir la Pascua con nosotros!!


Ya se está preparando la Pascua Joven Puerta de Fe:

Desde el jueves 28 de marzo hasta el sábado 30 de marzo, a partir de las 10:00 en la Parroquia Ntra. Sra. del Buen Suceso.

¡¡¡La Semana Santa es SANTA!!! Y así lo queremos vivir en la parroquia del Buen Suceso, en especial los Jovenes, si te quieres unir a nosotros nos encontrarás en Madrid, en la calle Princesa 43, frente al Corte Inglés. (Metro Argüelles)

No queremos que nadie se pierda las actividades que estamos preparando para Pascua, para eso puedes ayudarnos compartiendo esta publicación o sugiriendo a la gente de nuestra parroquia o a tus propios amigos nuestra página de Facebook aquí, donde os mantendremos informados de todas las novedades parroquiales.

También nos podéis seguir en Twitter con @PBuenSuceso

No te lo puedes perder....¡¡¡Te esperamos!!!

¡¡¡OS ESPERAMOS A TODOS!!!





   Homilía íntegra del Papa Francisco en la Misa de inicio de su pontificado
   19 de marzo de 2013

   Queridos hermanos y hermanas

   Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

   Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

   Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la la misión que Dios confía a José, la de ser protector, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

   ¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús

   ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

   Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos.  
  • Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. 
  • Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón.  
  • Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.  
  • Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. 
   En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios. Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido.

   Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer. Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos.


V Domingo de Cuaresma: La Gracia del perdón
















" Ve, y en adelante no peques más "
                                                  (Juan 8, 11)

    Os diré que en realidad tenía ya un texto preparado para este domingo, pero esta mañana, después de ver el impresionante Ángelus del Papa, algo dentro de mi me decía que no podía pasar por alto las palabras del sucesor de Pedro. Así que esta vez os dejo con el capitán de ésta barca de Pedro que es la Iglesia, para sea él mismo quien nos recuerde que Dios nunca se cansa de perdonarnos,somos nosotros nos que nos cansamos de pedirle perdón.   

   Por cierto, prestadle atención un momento al grupo de banderas de Siria  que se encontraban en la plaza de San Pedro en ese momento. Supongo que ya sabéis la dificilísima situación en la que se encuentran los cristianos allí, donde además de la persecución tienen que lidiar todos los días con bombardeos y fuego de proyectiles; aquí tenéis algo más de información. Al menos, yo me he emocionado muchísimo al verles allí, y os propongo dedicarles por lo menos un momento de oración por nuestros hermanos.




   A continuación os paso el texto en español, traducido directamente desde el italiano porque todavía en la web del Vaticano no está la versión oficial española, sino sólo la italiana (os dejo también el enlace por si queréis mirarlo vosotros mismos cuando salga). Espero que lo disfrutéis, porque es toda una maravilla.


Habemus Papam







¡¡Proclama mi alma la grandeza del Señor, 
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador!!

¡¡No sé vosotros, pero yo estoy pletórica y me encanta nuestro Papa!! 
...Francisco Primero, te quiere el mundo entero...


IV Domingo de Cuaresma: Los hijos y el Padre

“Se puso en camino adonde estaba su padre”
(Lc 15,1-3.15-32)


   Los dos primeros versículos del evangelio sirven de introducción para ambientar “las parábolas de la misericordia” en un marco de escisión religiosa entre dos grupos sociales: publicanos y pecadores por una parte, y fariseos y letrados por otra.

   El primer grupo representa a los marginados de la sociedad, los proscritos de la alianza y los excluidos de toda relación con Dios: unos, (publicanos), por ejercer actividades odiosas (ladrones, atracadores, usureros, prestamistas, rapaces cobradores de tributos); otros (los pecadores) por violar sistemáticamente la Ley en su interpretación farisea (las prostitutas o los profanadores del culto y el sábado). Al segundo grupo pertenecen los fariseos, celosos observantes de la Ley, y los letrados, intérpretes oficiales de la misma. Y entre unos y otros se presenta Jesús añadiendo escándalo y polémica, porque acoge a los pecadores y come con ellos (15,2; cf. 5,30). En respuesta a esta acusación de los “ortodoxos” y practicantes Jesús expone su parábola, en la que retrata simbólicamente a los dos grupos en la persona de los dos hijos. Ambos participan de un mismo pecado, aunque de forma distinta, la traición a su condición filial respecto a un padre común.


     I. El pecado en el hermano menor está descrito teológicamente en una peripecia que discurre sobre reacciones psicológicas básicas de la persona humana:

1. Un error de la fantasía. El pecado empieza creyendo una mentira. Como el muchacho de la parábola, descontento del control familiar, el hombre se imagina un futuro feliz fuera del hogar paterno. Cree que puede prosperar en un país lejano y seductor, que en realidad desconoce. Sólo la experiencia posterior le convencerá de lo contrario.

III Domingo de Cuaresma: La Paciencia de Dios

 “Señor, déjala todavía este año, 
cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto...”(Lc 13, 8-9) 
 


   Creamos en la Buena Noticia del perdón

   El Miércoles de ceniza escuchamos una enérgica llamada: “Convertíos y creed en el Evangelio”. La confianza que da la escucha del Evangelio de la misericordia es lo que más nos puede motivar para cambiar de vida o enmendar lo que nos impide avanzar en la santidad y en el seguimiento de Cristo. Si creemos en el Padre que nos espera con amor, y en su Hijo entregado en obediencia por nosotros; si creemos y nos dejamos llenar por el Espíritu de amor, podemos confiar en la liberación del pecado y de sus rémoras. Es la hora de la penitencia, de hacer obras de “vivificación”.

   Comienza hoy, precisamente, la segunda parte de la Cuaresma, con los tres domingos que forman lo que podríamos llamar el “tríptico penitencial”, con los temas de la llamada a la conversión y la paciencia de Dios, la vuelta del hijo pródigo y el perdón de la mujer adúltera. Todos tenemos asumido que la Cuaresma es un tiempo penitencial, de renovación espiritual, para pedir el perdón de los pecados, pero ¿qué es la penitencia? ¿Cómo la expone el Evangelio? Tenemos tres domingos para comprenderlo un poco mejor y prepararnos así bien para la Pascua.


¡¡GRACIAS, SANTO PADRE!!


   Mensaje de despedida del Santo Padre, sin papeles ni anotaciones de ningún tipo; directo desde el corazón de un gran amigo. Aquel que un día afirmó ser un "humilde servidor en la viña del Señor", se despide ahora, con una profunda coherencia, siendo "simplemente un peregrino que inicia la última etapa"
¡Gracias, Santo Padre, por su ejemplo imborrable! 
 


¡Gracias! 
¡Gracias a vosotros!

Queridos amigos, estoy feliz de estar con vosotros, rodeado de la belleza de la Creación y de vuestra simpatía, que tanto me complace. Gracias por vuestra amistad y afecto.

Vosotros sabéis, que el día de hoy es distinto a otros precedentes. Ya no soy Sumo Pontífice de la Iglesia Católica (lo seré hasta las ocho, después ya no).

Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera todavía, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad.

II Domingo de Cuaresma: La Transfiguración


“Éste es mi Hijo, el elegido, escuchadle”
(Lc 9, 35) 


    Este domingo se nos presenta el relato de la Transfiguración del Señor, donde aparece un fondo de escenografía con toda clase de elementos extraordinarios (la cima de una montaña alta, la luz que blanquea los vestidos de Jesús, la nube que envuelve a los discípulos, la voz del Padre que presenta a su Hijo); y sobre este fondo, la figura central de Jesús rodeada de otros personajes (a los lados Moisés y Elías, y a sus pies los tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan) Se trata de una composición muy elaborada y compleja con la que el evangelista pretende responder a la pregunta, que poco antes se hacía Herodes: ¿Quién es éste, del que oigo tales cosas?(9,9). Y la respuesta viene dada por la relación que establecen con Jesús todos esos personajes que le rodean.


     I. Jesús y el Padre  

    Mientras oraba. En el ámbito de la oración íntima con el Padre, Jesús renueva la conciencia viva de su filiación divina. La voz de Dios desde la nube así lo declara: Este es mi Hijo, el escogido. Hay que interpretar conjuntamente los dos títulos, puesto que el escogido es una apódosis explicativa de mi Hijo. Inicialmente es una declaración solemne del mesianismo de Jesús, que recuerda a los textos del Antiguo Testamento. El primero del Salmo 2,7: Tú eres mi hijo, referido a un nuevo rey de Israel. El segundo de Isaías 42,1: He aquí a mi siervo, mi elegido, referido al siervo paciente y solidario con la desgracia del pueblo. Uniendo los dos títulos, podemos concluir que la voz celestial proclama a Jesús como el Mesías prometido, cuyo reinado adquiere la modalidad del servicio a la humanidad, no la del dominio por el poder.

     Posteriormente, para Lucas y su comunidad cristiana, estos títulos ya habían adquirido un significado de divinidad, manifestada definitivamente por Cristo en su resurrección de la muerte. Por eso algunos exegetas han interpretado la Transfiguración como una aparición del Resucitado. Al fin y al cabo en la tradición judía la luz, frente a las tinieblas, es un atributo de Dios, la morada donde habita y que le acompaña en todas sus irrupciones en la historia humana. La Transfiguración se convierte así en una teofanía de Jesús. En tal caso valdría también la conclusión: Dios se manifiesta en Jesús, no como quien domina, sino como quien sirve.


     II. Jesús y los personajes del Antiguo Testamento: Moisés y Elías  

I Domingo de Cuaresma:La Historia de la Salvación


Está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él darás culto”(Lc 4, 8)


La historia de la salvación: La profesión de fe del pueblo de Israel

La fe no comienza en cada cual como una experiencia personal única. Profesamos la fe de nuestros antecesores, en la Iglesia y en el hogar;  nos transmitieron su contenido y ayudaron a que no se perdiera la gracia bautismal de la fe como capacidad para confesarla. Cuando vamos al encuentro de Dios en este primer domingo de Cuaresma, lo primero que hemos de hacer es considerar de dónde venimos, y no considerar nuestra salvación como algo perfectamente natural. Hay una historia de salvación que prepara el momento actual; es la historia de las intervenciones de Dios. Cada uno de nosotros erraría como un nómada por la vida (Deuteronomio 26, 4-10) si Dios no nos hubiera llamado, a muchos al comienzo de nuestra existencia, para formar parte de su pueblo.

Ahora, en nuestro propio itinerario vital 


Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2013

 
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2013
 
Creer en la caridad suscita caridad
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn
4,16)


Queridos hermanos y hermanas:
La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás.

1. La fe como respuesta al amor de Dios

En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1). La fe constituye la adhesión personal ―que incluye todas nuestras facultades― a la revelación del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por “concluido” y completado» (ibídem, 17). De aquí deriva para todos los cristianos y, en particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor ―«caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14)―, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios.

«La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor... La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz ―en el fondo la única― que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (ib., 39). Todo esto nos lleva a comprender que la principal actitud característica de los cristianos es precisamente «el amor fundado en la fe y plasmado por ella» (ib., 7).


Miércoles de Ceniza

 
   Parece que agachar la cabeza no está bien visto en nuestra sociedad. Es un gesto percibido como humillante, porque se confunde la humillación con la humildad. Sin embargo, este miércoles necesitamos inclinar la cabeza para recibir la ceniza. También nosotros participamos del mal y somos agentes difusores de sus virus malignos; todos en alguna ocasión hacemos lo contrario de lo que decimos, y dejamos de realizar bastante de lo que podríamos hacer en todos los órdenes: personal, familiar, social, comunitario, político… No es posible iniciar con provecho la Cuaresma sin humildad. Esta virtud olvidada nos hace conscientes de nuestras contradicciones y de la necesidad de achicar el “yo” para que quepa “Él”. Solo así podremos construir un “nosotros” solidario y abierto al otro. Caer en la cuenta de las propias miserias es un acto de realismo y, sobre todo, de sencillez evangélica.

   Hoy nos toca ser humildes, reconocer nuestra fragilidad y, sobre todo, ponernos a tiro de la gracia y el cariño de lo Alto, que hacen posible lo que nuestra flaqueza no conseguirá jamás, por más que se empeñe. Nosotros inclinamos la cabeza para ser capaces de mirar más al fondo de nuestro corazón, más allá y más arriba. No se trata de auto-flagelarnos o de una insana culpabilización. Agachar la cabeza es para nosotros, este miércoles de ceniza, un acto de responsabilidad y de reconocimiento para convertirnos, volver a Cristo y abrirnos solidariamente a los demás.

  La liturgia de la Palabra de hoy nos invita a una conversión sincera. No se trata de un acto de  contrición puntual, sino de un proceso. Sabiamente, la liturgia milenaria de la Iglesia propone tres medios que ayudan en este camino cuaresmal para poder celebrar la Pascua, renacidos al hombre y a la mujer nueva. Llama la atención poderosamente la densidad de las tres prácticas: Una remite a la mismidad de Dios sin más mediaciones (la oración); la otra se dirige a nosotros mismos (el autocontrol); y la última tiene como destinatarios a los demás (la limosna solidaria). Constituyen ejercicios milenarios que han servido a personas de contextos bien diversos a caer en la cuenta de lo esencial.


   La oración
   Sin oración no nos ponemos a tiro de Dios, no podemos sentir su interpelación, ni experimentar su fuerza transformadora. Sin ella llenamos de rutina nuestra vida, ponemos el piloto automático y vivimos de las rentas aburrida y desapasionadamente, sin cuidar el vigor y la intensidad de una vida evangélica y significativa que solo regala el trato asiduo con el Señor. No se nos pide permanecer en éxtasis, ni siquiera ser buenos, estar muy sanos o mantenernos muy animados y optimistas. En la oración vale todo. Hasta el pecado. Nadie como Dios conoce nuestra intimidad y sus recovecos más sombríos. Lo malo es no dejar espacios para que, santos o pecadores, animados o aburridos, saludables o con achaques, disfrutemos de su Presencia entrañable en el interior de nuestro silencio, en su compañía por el camino, celebrada en la Iglesia, y en el compromiso de amor y justicia con nuestra humanidad.


Preparar la Cuaresma

    A continuación os dejaré una estupenda reflexión para comenzar la Cuaresma con buen pie, pero además, esta vez nos ha llegado un maravilloso calendario de Cuaresma hecho por Patricia Rojo, del estilo del que os enseñamos aquí para vivir bien el Adviento.

   Recordad que la propuesta del Antiguo Testamento forma parte de la tradición judía y cristiana en cuanto a prácticas religiosas en estos días tan fuertes; pero la propuesta del Nuevo Testamento, es decir, la de Jesucristo, consiste en la justicia para con los pobres (la limosna), 
en la liberación de los egoísmos personales (el autocontrol) 
y en la puesta a punto de la fe en todos los aspectos de la vida (la Oración).


Renuncia de Benedicto XVI


 
No hay nada como ir directamente a las fuentes, así que éste es el comunicado de la web del Vaticano en el que se recoge la declaración del Papa anunciando su renuncia:





   "Queridísimos hermanos,

   Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

   Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

   Vaticano, 10 de febrero 2013.

BENEDICTUS PP XVI"



El hombre y la Creación



AÑO DE LA FE. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Charla de D.Aurelio del miércoles 16-enero-2013



1. La fe es la «respuesta libre» del hombre a la «llamada amorosa» de Dios.

2. La fe abarca estos cuatro ámbitos: la fe creída, la fe celebrada, la fe vivida y la fe rezada.

3. La «fe creída» es el conjunto de realidades en las que cree el cristiano. Estas grandes realidades entendidas por la razón humana son las verdades de la fe formuladas en el Credo.

4. Estas son los tres primeras verdades cristianas: el misterio Trinitario, la divinidad de Jesucristo y la creación: «Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y en Jesucristo, su único Hijo».

El cristianismo encierra la grandiosa novedad de que Dios se ha hecho hombre: Jesucristo es el centro de la fe cristiana: cristianos fueron aquellos hombres y mujeres a los que Dios les concedió la gracia excepcional de que pudiesen descubrir que aquel Jesús de Nazaret al que seguían era realmente el Hijo eterno de Dios.

Y es el mismo Jesús el que reveló a la entera humanidad aspectos esenciales sobre el misterio de Dios. Jesucristo dio a conocer que Dios era Trino, que para el hombre Dios es Padre y que su ser más íntimo se expresa como Amor. Al mismo tiempo, Jesús no solo revela el misterio profundo de Dios, sino que afirma que es Él mismo el que nos lleva al Padre: «Nadie va al Padre, si no es por mí».

Vigilia de Jóvenes


En primer lugar, os pedimos perdón por el retraso, pero es que hemos estado algo liados últimamente porque ¡¡dos buenos amigos se acaban de casar!! La verdad es que es maravilloso poder participar de un matrimonio entre dos presonas que son plenamente conscientes de la profundidad que implica éste sacramento. Puede que hayamos estado un poco revolucionados estos días, pero ha valido la pena:

¡¡VIVAN LOS ESPOSOS!!
(¡¡no los novios, porque ahora ya son mucho más que eso!!)


En fin, que lo que queríamos contaros urgentemente es que
este 25 Enero, viernes, de 22.00 a 24.00 tenemos la
VIGILIA DE JÓVENES
que se está haciendo todos los meses en la parroquia, así que además, como ya sabéis, esta vez la organizamos nosotros.

Sabed también que de 20.45 a 22.00 existe el plan de ir a cenar todos juntos en la parroquia: cada uno lleva lo que quiera y entre todos lo compartimos todo. Y después, nos subimos a la vigilia!

Ya vienen los Reyes Magos...


 “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una Luz grande;
habitaban en tierra de sombras, y una Luz les brillo”


   Hoy vuelve con fuerza el mensaje de la luz, que resplandece para todos los pueblos de la tierra. Luz condesada en una estrella y orientada hacia Dios nacido en nuestra carne, Luz verdadera que no conoce el ocaso. Y que se hace adoración y compromiso de amor para quienes son iluminados por ella. Los magos, escrutadores de la inmensidad, encuentran por fin hoy la causa de su estrella. El Niño que ha nacido es Luz para la oscuridad de su perplejidad, es Respuesta para sus interrogantes más profundos, es Descanso para su peregrinar inquietante. Por eso, “cayendo de rodillas, lo adoraron”.

   La Luz que es el Señor Jesucristo hoy se nos ofrece a todos. También hoy las tinieblas cubren la tierra de algunos corazones humanos, zarandeados y angustiados por la zozobra de un futuro incierto. Quizás cada uno de nosotros, que ahora leemos esta reflexión, también tenemos en las honduras del ser nuestros recovecos personales de oscuridad: desconfianza, temores, egoísmos recalcitrantes, tristeza de origen difuso, insatisfacciones inconfesables, salud quebrada, metas que se han ido desplazando… Él, el Dios cercano y ofrecido al mundo, a todos nos regala la Luz que encierra su misterio de entrega, de vida que no acaba, de plenitud que enciende resplandores de firme esperanza.

   Acoger y adorar, como los magos, esta Luz, nos llama y exige a ser también nosotros luz. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo ser cada uno de nosotros hoy estrella, luz, eco, que refiera al Misterio de Dios? Aunque suene a manido, tendremos que volver a los caminos tantas veces trazados, y siempre faltos de intensidad en la vivencia.

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