III Domingo de Cuaresma: La Paciencia de Dios

 “Señor, déjala todavía este año, 
cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto...”(Lc 13, 8-9) 
 


   Creamos en la Buena Noticia del perdón

   El Miércoles de ceniza escuchamos una enérgica llamada: “Convertíos y creed en el Evangelio”. La confianza que da la escucha del Evangelio de la misericordia es lo que más nos puede motivar para cambiar de vida o enmendar lo que nos impide avanzar en la santidad y en el seguimiento de Cristo. Si creemos en el Padre que nos espera con amor, y en su Hijo entregado en obediencia por nosotros; si creemos y nos dejamos llenar por el Espíritu de amor, podemos confiar en la liberación del pecado y de sus rémoras. Es la hora de la penitencia, de hacer obras de “vivificación”.

   Comienza hoy, precisamente, la segunda parte de la Cuaresma, con los tres domingos que forman lo que podríamos llamar el “tríptico penitencial”, con los temas de la llamada a la conversión y la paciencia de Dios, la vuelta del hijo pródigo y el perdón de la mujer adúltera. Todos tenemos asumido que la Cuaresma es un tiempo penitencial, de renovación espiritual, para pedir el perdón de los pecados, pero ¿qué es la penitencia? ¿Cómo la expone el Evangelio? Tenemos tres domingos para comprenderlo un poco mejor y prepararnos así bien para la Pascua.


   La llamada a la conversión

   La penitencia puede concebirse como “conversión”, es decir: como un cambio radical de dirección en la vida, volviéndonos hacia Dios y la salvación; también se describe como “cambio de mentalidad” o de modo de ver y juzgar las cosas, pasando del egoísmo al amor, y de lo mundano a lo sobrenatural.

   Ambas acciones parten de Dios, que toma la iniciativa alertando a todos los hombres por medio de la voz de la conciencia y con la fuerza de los acontecimientos que llaman a la reflexión. Luego la revelación divina aclara mucho más estos términos para los creyentes, como hace Jesús en el Evangelio, respondiendo a la inquietud que provocaron unas muertes imprevistas: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo” (Lucas 13, 2-3).


   La buena noticia de la paciente misericordia de Dios

   Pero esta conversión sólo es posible porque Dios tiene mucha paciencia. Como dice el Salmo responsorial 102, “El Señor es compasivo y misericordioso, no nos trata como merecen nuestras culpas ni nos paga según nuestros delitos”.

   Este es el sentido de la parábola del viñador que forma la segunda parte del evangelio de este domingo: El amo de la viña llevaba tres años esperando en vano el fruto de una higuera; tres es el número de la desesperanza, es inútil esperar más, y la higuera representaba al pueblo de Israel. Pero entra en escena el viñador que pide al amo una nueva oportunidad; éste es Jesús, nuestro abogado ante el Padre. Nuestro Salvador se interpone entre Dios y los hombres, como lo hicieron antes Abrahán y Moisés, para que tengamos un espacio tiempo favorable, de oportunidad para cambiar. El labró la dureza de nuestros corazones con el madero de la cruz y regó nuestra tierra con su sangre. Pero el hecho de que Dios no castigue las faltas inmediatamente no significa que les podamos quitar importancia.


   El sacramento del perdón

   En el proceso o camino de conversión cuaresmal, este domingo nos debe llevar al primer paso del sacramento de la Penitencia, como es el examen de conciencia. Cada uno de nosotros es como un arbolillo del “plantel elegido de Dios”, y él espera de nosotros que le vayamos devolviendo en forma de buenas obras algo que compense lo mucho que ha hecho por nosotros. Al fin y al cabo, la palabra “pecar” significa en primer lugar quedarse corto, no alcanzar a hacer el bien. ¿En qué ocasiones faltamos o nos quedamos cortos en nuestra relación con él y con el prójimo? Y ¿Cuándo perjudicamos a los demás o a nosotros mismos? Por ello no podemos disolver nuestra responsabilidad personal en la conciencia colectiva, como hacemos muchas veces, descargando toda la culpabilidad en los responsables del Estado o de la Iglesia; y no podemos decir qué espera Dios del mundo o qué espera de la Iglesia sin preguntarnos antes qué espera Dios de mí.

Pastoral del Arzobispado de Valencia [+info aquí]




2 comentarios:

Unknown dijo...

HOLA LES CUENTO QUE ESTA FOTO DONDE SE VE ESTE ÁRBOL DE ESTA MANERA A ORILLAS DEL MAR HE UTILIZADO PARA DOS TARJETAS VIRTUALES PARA UN VERSÍCULO DEL LIBRO DE PROVERBIOS. ESTAS DOS TARJETAS VIRTUALES SE VE EN MI PÁGINA CIBERNÉTICA DE BLOGGER Y EN MI CORREO ELÉCTRONICO de facebook. Y QUE NUESTRO AMADO SEÑOR DIOS TODOPODEROSO LOS BENDIGA DE MANERA Y DE FORMA SOBREABUNDANTE A LOS JÓVENES DE ESPAÑA EN EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO DE NAZARET, AMÉN.

Carmen dijo...

¡¡Muchísimas gracias, Verónica!!
Que el Señor os bendiga también a vosotros, y nos mantenga a todos unidos en un sólo corazón.
¡Un fuerte abrazo, hermanita!

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